domingo, 26 de junio de 2011


Congreso Tecnológico 


CREA 2011: 




"Oportunidades y amenazas:" 


"para la lechería"





(Comunicado Nº 11)‏.




Marcos Gallacher


Torsten Hemme

Sergio García



El creciente aumento mundial del consumo de lácteos tiene, como contrapartida, una alta volatilidad en los precios y en los costos de la lechería. 
Durante un panel que tuvo lugar el segundo día del Congreso Tecnológico CREA 2011, se intentó dilucidar qué modelo productivo podría minimizar los riegos y maximizar las oportunidades para el sector.
La leche se transformó en el commodity agropecuario más volátil, seguida por los granos forrajeros. 
“Sin embargo, pese al riesgo, las oportunidades potenciales que encierra el mercado mundial son enormes”, expresó Torsten Hemme, Presidente de la International Farm Comparison Network de Alemania.
En su opinión, las proyecciones para los próximos quince años son sumamente alentadoras. 
En ese lapso, la población mundial pasará de 6.800 a 7.800 millones de personas, y el consumo de lácteos, de las 700 millones de toneladas actuales, saltará a unos 900 millones. 
Eso implicará 200 millones de toneladas adicionales. 
“La Argentina produce anualmente diez millones de toneladas; imagínense lo que las cifras mencionadas podrían significar si sólo capturan una pequeña parte de ese crecimiento”, dijo.
Al analizar la industria láctea mundial (es decir, las empresas procesadoras), se observa que el mayor procesador demanda el 3% de la leche destinada a la industria. 
Y las principales 21 empresas del mundo reciben el 24% del volumen total. 
En síntesis, se trata de un mercado bastante atomizado.
La competitividad futura dependerá, en gran parte, de la posibilidad de mantener costos de producción relativamente bajos. 
En ese sentido, la Argentina ocupa un lugar destacado. 
Entre los años 2000 y 2009, los costos de producción láctea en la Argentina oscilaron entre los 20 y los 28 dólares por cada 100 kilos.
En Brasil, estuvo entre 15 y 30 dólares (100% de diferencia entre el mínimo y el máximo), y en Nueva Zelanda, entre 12 y 35 dólares. Es decir, en la Argentina las variaciones fueron menores. Y si bien el costo mínimo fue el mayor de los tres países (20 dólares, contra 12 de Nueva Zelanda y 15 de Brasil), el costo máximo de producción fue el menor (28 dólares, contra 30 y 35 respectivamente).
¿De qué dependen los costos? 
En primer lugar, se podría pensar que están muy vinculados con la producción en escala. 
Sin embargo, eso no sería tan cierto. 
Según los datos proporcionados por el disertante, los tambos en Nueva Zelanda tienen entre 360 y 900 vacas. 
En el extremo opuesto se encuentra La India, donde la gran mayoría de los tambos tienen entre 3 y 12 vacas. 
“Pero a la hora de analizar los costos de producción por litro, las cifras de ambos países son similares”, expresó el orador. 
“Una mayor escala demanda, como contrapartida, la necesidad de una buena administración y un gerenciamiento eficiente”.
A nivel global, la producción láctea se genera a través de una gran cantidad de pequeñas empresas familiares. 
En todo el mundo hay 145 millones de tambos, y cerca de mil millones de personas viven de esa actividad.
Al analizar la evolución de los distintos costos e insumos, la pregunta que se hacen hoy los medianos productores tamberos de todo el mundo, según Hemme, es: 
¿Hacia qué modelo de tambo conviene avanzar? 
¿Hacia el modelo estadounidense, basado en el feedlot, o hacia el modelo más pastoril de Nueva Zelanda?
 El disertante ofreció las siguientes respuestas:
1. El sistema correcto es aquel que cada productor pueda manejar bien. 
Como se dijo anteriormente, la eficiencia es fundamental para mantener los costos en un nivel razonable. 
Esta será la clave del éxito, antes que el tipo de modelo adoptado.
2. Los precios de la leche, los granos forrajeros, la tierra y la mano de obra suben y bajan constantemente en distintas partes del mundo. 
Por ende, cualquier modelo que se adopte se verá alternativamente beneficiado o perjudicado por la evolución de los costos.
3. Hay que considerar que, tal como dijo en su momento Charles Darwin, “no sobreviven los más fuertes ni los más inteligentes, sino los que tienen mayor capacidad de adaptación”.
 Mantener esa capacidad es fundamental para poder crecer y capturar las posibilidades que ofrezca el futuro.
“Los costos seguirán subiendo”
Medido en dólares, el precio de las tierras cultivables, en los últimos 10 años, aumentó entre 250% y 300%, según explicó Sergio García, Director de la Dairy Research Foundation de la Universidad de Sydney, Australia. 
El precio de la urea registra también una evolución abrupta, y hay una tendencia al incremento en los precios de todos los insumos. 
Esto lleva a la lechería a dos alternativas posibles:
-Producir en tierras más baratas. 
Puede ser una opción interesante, pero no es sencilla.
 En todo caso, podría ser adecuada para quienes apuntan a una estrategia de largo plazo. 
Por otra parte, hay que considerar que “el día que se logren obtener producciones lecheras eficientes en zonas marginales, el costo de la tierra tenderá a aumentar automáticamente”, expresó el disertante.
-Ser más eficientes y producir más en las zonas tradicionales. 
Esta opción es la más indicada para la mayoría de los productores.
¿Qué características comunes tienen los tambos más eficientes? García comparó a los mejores tambos de Chile, Australia y Nueva Zelanda, y observó dos factores comunes a todos ellos: Menores costos de producción, y mayor cantidad de litros de leche por hectárea. 
Aunque conviene recordar –dijo el disertante- que obtener más leche no significa necesariamente ser más rentable. 
“Es peligroso intensificar la producción sin aumentar su eficiencia”, aclaró.
Al evaluar la alternativa de apostar a un sistema de base pastoril y granos o a un sistema forrajero complementario, el disertante señaló que es importante considerar, en ambos sistemas, dos limitantes:
-Alta dependencia de los granos. 
Hay que considerar que el mundo necesitará cada vez más granos para destinarlos a la alimentación humana.
-Competencia con la soja. 
Así se apueste al drylot, al feedlot o a un sistema pastoril, el forraje habrá que producirlo en algún lado. 
Y en ese lugar, el forraje tendrá que competir inevitablemente con la agricultura.
Eficiencia, palabra clave   

Durante el Siglo XX, los ingresos de los países desarrollados se multiplicaron por cinco. 
Se podría creer que el factor clave de este fenómeno fue la acumulación de capital. 
Sin embargo, según algunos estudios, la misma explica alrededor del 40% de este crecimiento. 
¿Qué impulsó al 60% restante? 
Marcos Gallacher, profesor de Economía y Organización Empresaria de la Universidad del CEMA, intentó responder a esta pregunta: 
“El crecimiento mencionado tuvo que ver con dos factores clave: La eficiencia y el conocimiento”.
Al analizar la performance de distintas empresas CREA, Gallacher señaló que se detectó una notable variabilidad en la eficiencia. 
“Si las empresas menos eficientes pudieran equiparse con las mejores, se ganarían entre 150 y 200 dólares adicionales por hectárea. 
Si se tiene en cuenta que el arrendamiento de la tierra oscila en 300 dólares, se concluye que una mayor eficiencia permitiría costear al menos la mitad del alquiler”, señaló. El disertante definió a la eficiencia técnica como “el cociente entre la producción real y la producción potencial que derivaría de aplicar los conocimientos y las prácticas que emplean las mejores empresas del rubro”.
Cuanto menor es la eficiencia, mayores son los costos productivos. 
“Hay quienes dicen que la mayor eficiencia productiva está reñida con el desarrollo social” dijo el disertante. 
“Hay que luchar contra esa idea”.

En su opinión, hay que considerar cinco factores clave en relación con la lechería:
1. Hay altos retornos potenciales vinculados al mejoramiento de la calidad gerencial.
2. Para detectar oportunidades, hay que medir. Las mediciones son fundamentales, en todo momento, tanto en las buenas épocas como en las malas.
3. Necesitamos comprender mejor cuáles son los determinantes de la performance humana.
4. Existen principios básicos comunes para evaluar la eficiencia de la producción.
5. La eficiencia es el motor del desarrollo económico.


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