jueves, 13 de diciembre de 2012

Etchevehere:



"Ante el fracaso en la política de carnes, el gobierno debería cambiar de estrategia".‏

“Cuando nuestro país podía exportar carne libremente, el mercado interno estaba plenamente abastecido y a menores precios que hoy. 
Ese esquema funcionó siempre, hasta que nos prohibieron exportar. Ahora Uruguay utiliza ese modelo, y exporta y consume más carne que la Argentina, y a precios más bajos”, dijo Etchevehere.
En el programa Bichos de Campo, que conduce Matías Longoni, por Canal Metro, el presidente de Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, agregó: “Si los planes que propuso el gobierno fracasaron, lo lógico sería cambiar de estrategia. Si hay 125 frigoríficos cerrados, 12 mil trabajadores de la carne en la calle, 12 millones de cabezas perdidas, es que el plan no funcionó. Lo inteligente sería reconocer el error y buscar soluciones que permitan recuperar la confianza de los productores, con reglas claras y previsibles”.

Durante la entrevista Etchevehere comparó a la Argentina con otros países de Latinoamérica: “Bolivia, Paraguay y Uruguay tienen un progreso económico, movimiento y ciudades vivas a contrapartida de muchos pueblos del interior de la Argentina, que están retrocediendo. Hace algunos años, el campo generó que los hijos que se iban a vivir a las grandes ciudades volviesen porque había trabajo en el pueblo, había pleno empleo y se necesitaba más mano de obra”.
En ese sentido agregó: “Esta vitalidad del interior de hace diez años del campo se está deteriorando porque los precios se estancaron, los costos subieron y hay inflación”.
Etchevehere dijo que el gobierno no dialoga con las entidades agropecuarias, pero que a pesar de eso, “nuestra vocación es poder ofrecer soluciones desde lo técnico”, y añadió: 
“En los países en los que se incentiva a la producción, los diferentes sectores se reúnen con sus autoridades para acercarles sus propuestas, pero esto en la Argentina no sucede”.
El presidente de la SRA definió al campo como “un sector moderno, que investiga, trae progreso, integrado por gente joven que utiliza tecnología de punta, que invierte y gasta por año 190 mil millones de pesos”. Y finalizó: “Por eso, cualquier término que se utilice despectivamente hacia el sector rural es de mala fe”.
Para más información sobre este y otros temas, visite la nueva página web
de la Sociedad Rural Argentina www.sra.org.ar




Estimados Lectores.
Ante los anuncios del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri y del Gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli sobre las propuestas de gravar con impuestos a los combustibles para hacer obras en sus respectivos ejidos, me pareció oportuno compartir con ustedes el siguiente artículo de Marcos Aguinis porque tiene total actualidad, para poder fijar posición sobre las obras de infraestructura que necesita el país y la forma de financiarlas, cambiando la matriz de construcción para hacer más transparentes la financiación de las obras publicas.

No puedo entender que dos políticos que piensa ser candidatos a la presidencia del 2015 pueda avanzar con proyectos para obras de infraestructuras solamente para su ejidos y no estén promoviendo un proyecto integral para todo el país para las obras viales, ferroviarias y el transporte en general como el que propones la Fundacion Metas Siglo XXI con el proyecto de Autopistas Inteligente que duerme en el Congreso de la Nación el sueño de los justo para falta de apoyo político.

Atte.

Arturo Navarro
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Por fin una política de estado.
Entre las malas noticias que agobian a los argentinos está comenzando a crecer una política de Estado. ¡Felicitaciones! Se puso en marcha de un modo perseverante y silencioso.


Ya ha recorrido un tramo sustancial y sólo

faltan pocos segmentos. Tiene posibilidades

de convertirse en una realidad fundacional a

corto plazo y brindar un fruto sin paralelo a

nuestro alicaído país.

 Se trata de equipar el territorio con

autopistas inteligentes de máxima calidad.

Llegarán hasta los puntos más remotos sin

que los usuarios tengan que pagar peaje,

siguiendo el modelo de Alemania y Estados

Unidos. Ni peaje, ni impuestos, ni

sobreprecios, ni sangrías estatales. También

incluye esta iniciativa la rehabilitación y

modernización de nuestra abandonada red

ferroviaria.
 
Sobre este asunto publiqué un artículo en

agosto de 2008 con un título provocativo:

"Desarrollo sin coimas". Ahí señalé las

oportunidades que la Argentina pierde con

una irresponsabilidad -o idiotez- que

avergüenza. Enumeré los caprichos

infantiles del Poder Ejecutivo Nacional y la

inoperancia de la oposición. También

describí los beneficios impresionantes, y a

corto plazo, que se lograrían poniendo en

marcha este nuevo proyecto, muy sólido en

su lógica. Se evitarían siete de cada ocho

muertes, se uniría todo el país, volverían a

florecer ciudades y pueblos agónicos, se

multiplicaría la producción, crecería la

demanda de mano de obra y se

descongestionarían las megalópolis.

 En febrero de este año, La Nación lanzó un

editorial con el título "La red vial, una

política de Estado", sobre el mismo asunto.

Allí informaba que en el Congreso de la

Nación este proyecto ya tiene estado

legislativo con el apoyo de ocho bloques de

diputados. Es una propuesta revolucionaria

que une voluntades y convertirá las

decrépitas rutas en una fabulosa red de

autopistas inteligentes que abarcarán nada

menos que 13.500 kilómetros. Son

suficientes para unir todas las capitales de

provincia y otras ¡1150 poblaciones! De esa

forma se conectaría nuestra enorme

extensión territorial entre sí y con los

puertos y centros turísticos. Tamaña

maravilla puede ser construida -esto deja

boquiabierto- aplicando una tasa de sólo

tres centavos por litro de combustible

cuando cada 1000 kilómetros de carretera

estén completamente terminados. Es decir,

se comenzaría a pagar recién cuando cada

tramo se concluya en todos sus detalles y

con todos los chiches. ¡Nada de demoras ni

de estafas! Nada de fondos estatales que

son un pozo negro.

 El contraste con la situación actual da

vértigo. Veámoslo con una rápida síntesis.

Hoy el usuario paga cada año 15.269

millones de pesos en concepto de impuesto

a los combustibles, exactamente el doble de

lo que costará toda la nueva red. ¿No es

asombroso? Además, si esa red no se hace,

continuaremos pagando peaje por rutas de

la muerte, como bien denuncia el

mencionado editorial. En términos

económicos, los accidentes de ruta

ascienden hoy por hoy al 2% del PBI, es

decir, 6600 millones de dólares. ¡Tres veces

más de los que costaría la red de autopistas

una vez concluidas!

 La iniciativa fue estudiada y elaborada en

detalle por un calificado equipo de

ingenieros viales argentinos. Es un proyecto

ambicioso pero probadamente factible. Las

nuevas autopistas serán modernas, con

calzadas desdobladas por un cantero central

y guardarrieles que eviten los choques

frontales (causa del 66% de las muertes).

Los cruces tendrán lugar en diferentes

niveles para impedir colisiones con trenes u

otros vehículos. Las banquinas gozarán de

un buen pavimento para que al morderlas no

produzcan vuelcos luctuosos. Las

poblaciones gozarán de una circunvalación

para que su centro evite el tránsito pasante

a gran velocidad. También habrá

radarización y detectores de niebla, como se

estila en los países modernos. Se trata de

poner en marcha la Argentina.

 Todo este emprendimiento no implicará

erogación alguna por parte del Estado,

repito. Será realizado por empresas privadas

que recuperarán su inversión cuando

terminen cada tramo. No antes, como se

hace hasta ahora, facilitando las conocidas y

desopilantes corrupciones. Cuando cada

tramo concluya, recién entonces las

empresas comenzarán a recibir la módica

tasa de tres centavos por litro de

combustible (menos que una vergonzosa

propina). El procedimiento será

transparente, sin la diabólica caja política ni

las uñas de tantos funcionarios voraces.

 Seríamos testigos de la mayor inversión vial

de toda nuestra historia. Se necesitarán diez

años para terminar de construirla por

completo, a un promedio de 1350 km por

año. Para lograrlo es preciso un consenso

nacional firme que obligue a respetar los

pactos, sin mezquindades electoralistas,

sectoriales, mafiosas o personales.


Llama la atención, como dije al comienzo,

que esta verdadera y trascendental política

de Estado comience a florecer, incluso

durante las tormentas electoralistas. Ocho

bloques del Congreso Nacional ya lo avalan,

luego de demorarse trece años (¡la red ya

pudo haber sido terminada!). Más notable es

que las provincias marginadas y

manipuladas por la actual política nacional

(que de federalismo sólo usa palabras) han

empezado a movilizarse con este proyecto

innovador, que les inyectaría un torrente de

vitalidad.


En efecto, las cámaras legislativas de las

provincias más populosas respaldan esta

iniciativa por unanimidad, sin ninguna

objeción ni abstención. Se trata de Santa Fe,

Córdoba, Buenos Aires y Mendoza, que han

emitido resoluciones entusiastas y

conforman más de la mitad del país. Pronto

se sumarán otras provincias. ¿No suena

como algo de otro mundo? Lo que sucede es

que por fin se ha tomado conciencia de una

varita mágica que está a disposición de

nuestra traumatizada Argentina.

 La epopeya de integración vial de nuestro

dilatado territorio sólo puede compararse en

escala con la construcción de los

ferrocarriles en el siglo XIX. Entre 1864 y

1915 se tendieron 33.000 km de

ferrocarriles a un promedio de 672 km por

año, sin los recursos tecnológicos del

presente, a puro músculo. Ahora, para

completar los modestos 404 km de autopista

entre Rosario y Córdoba (que ya tiene

baches) se necesitaron 14 años al

escandaloso ritmo de 28 km por año. Con

semejante velocidad, tardaríamos 440 años

en integrar nuestro territorio.


Además, nos aturde el récord de obras

publicitadas de modo febril ¡y no realizadas!

Existen otras nueve autopistas contratadas y

no se terminó ¡ninguna! Sobre los 868 km

de autopistas nuevas, insistentemente

propagandeadas, sólo se terminaron 11 km.

¿No es indignante? Se engaña al pueblo

mientras se lo mantiene en la ignorancia y el

subdesarrollo. Se elogian ficciones mientras

se lo esquilma, incluso con la excusa de

defender los derechos humanos.


Según datos del Banco Central, en los

últimos cuatro años se fugaron del país

57.502 millones de dólares. ¡Qué cifra! La

patológica fuga de capitales demuestra que

hay sobrada capacidad de ahorro, pero que

enseguida vuelan al exterior. ¿Razones?

Inseguridad jurídica y falta de proyectos

serios para canalizarlos hacia la inversión

productiva.

 Los ciudadanos pueden y deberían apoyar

este programa de bien público ingresando a

www.autopistasinteligentes.org . Ya suman

millares los argentinos que se vuelcan en su

favor.


Esta política de Estado nutrirá las energías

para emprender otras. Se producirá un

cambio de la gestión y el paradigma.

Brincaremos hacia un crecimiento genuino y

potente. Sólo necesitamos, como decía el

gran estadista Benjamín Disraeli, "que haya

persistencia del propósito".


© La Nacion

Fecha de publicación:  6/28/2011
 
Autor:  MARCOS AGUINIS
 
Medio:  DIARIO LA NACIÓN
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