martes, 7 de febrero de 2012

Mala Prensa. ¿De parte de quien? ¿Nos cuidan la salud? ¿ O tratan de que no se venda?

"La carne"



Miguel Schiariti.



CICCRA.





La carne tiene mala prensa

Desde la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes de la República Argentina (Ciccra) emitieron un artículo redactado por su presidente, Miguel Schiariti, que resalta el otro aspecto positivo de la carne vacuna argentina, la idiosincrasia

Fuente : Agrositio.

Los argentinos cada vez consumimos menos carne. De acuerdo a la información del sector, los argentinos, que en 2009 comimos en promedio 71 Kg. por habitante por año, en 2011 consumimos 54 Kg/hab/año.

Es un dato preocupante, porque no es lo mismo decir que los argentinos dejamos de comer carne que papas o pescado. Nos preocupa porque la cadena de valor de la carne no admite ser pensada únicamente en términos de cuanto aporta al PBI o cuántas toneladas peso producto y divisas genera.
Para los argentinos, la carne fue y en gran medida continúa siendo parte de nuestra idiosincrasia, el producto que nos representa en nuestras mesas y en el resto del mundo y que, en algún sentido, nos define.
La primera producción argentina ha sido la ganadería, la primera industria, el saladero y la primera literatura tuvo como escenario “El matadero”.
Política, ganadería e industria frigorífica han estado indisolublemente unidas desde los albores del estado argentino, cristalizando alianzas, enemigos internos y externos y motivando hasta el asesinato político. 

Ni la literatura, ni el cine ni las artes plásticas han sido ajenos a la influencia de la carne en nuestra cultura.
Así como Francia tiene el Champagne e Italia las pastas, España el jamón y Estados Unidos, la hamburguesa, la Argentina tiene indudablemente en la carne, en la ganadería y en la industria frigorífica, gran parte de su identidad histórica, aquella en la que se amalgamaron criollos, inmigrantes, pueblos originarios, gauchos y gringos y también los habitantes de las ciudades bajo un denominador común: la carne vacuna.
Pero mientras todas las naciones aprecian y valoran aquellas cosas que les otorgan identidad, nosotros, tan abiertos a incorporar nuevas culturas, no parece que seamos igual de consistentes a la hora de defender las nuestras.
Pareciera que los argentinos aún creemos que las vacas se crían solas bajo la mirada errática del gaucho en las pampas argentinas, mientras los terratenientes tiran manteca al techo en París.
Esta mirada que atrasa un siglo, está completamente alejada de la realidad: producir una vaca lleva tres años, ocupa mano de obra, conlleva aplicación intensiva de tecnología tanto en la producción (mejoramiento genético, mejoras en el manejo, inseminación, etc.) como en el procesamiento industrial y en la comercialización. 

La calidad de nuestras carnes vacuas, apreciada en todo el mundo, no se produce por generación espontánea, es el resultado del intenso trabajo de la cadena de valor argentina.
Sin embargo, tiene “mala prensa” y los consejos dietarios, repetidos hasta en cansancio en todos los medios posibles, reiteran una y otra vez que la carne no es saludable y que su consumo debe disminuir significativamente o incluso desaparecer de la dieta.
Es hora de preguntarnos si los fundamentos científicos -de existir- en los que se basan estas afirmaciones tan categóricas surgen del análisis nutricional de nuestras carnes producidas en Argentina y no de la extrapolación de datos de otros países que producen carne vacuna con prácticas distintas y mayores niveles de grasa que las nuestras.
Nuestros consumidores parecen más dispuestos a pagar un costo mayor por comidas típicas de todos los países no necesariamente más saludables cuando a menor o igual costo, podrían disfrutar un producto de excelencia mundial.La disminución del consumo pone en riesgo puestos de trabajo y el desarrollo de la cadena de valor del producto que más nos identifica: la carne vacuna argentina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mas allá del análisis histórico-sociológico que el artículo plantea, y aún dejando de lado consideraciones desde el punto de vista nutricional, quisiera reflexionar sobre el tema

El mundo valora la carne argentina porque recibe carne de animales CRIADOS A CAMPO CON PASTURAS, tal como se viene haciendo desde hace mas de 7000 años.

Muy distinta es la realidad del mercado interno, abastecido prácticamente en un 100% con animales CRIADOS EN FEED-LOT, todos hacinados, alimentados con piensos elaborados a base de cereales y oleaginosas transgénicas contaminadas con pesticidas, que sobreviven artificcialmente (hasta el momento de su faena) por la batería de antibióticos y productos medicinales de síntesis química.

Entre uno y otro producto existe una abismal diferencia a favor del primero, amén de las consideraciones éticas inaceptables por el sufrimiento que ocasionan a los animales en el caso del segundo.

Los pollos y los cerdos no la pasan mejor, es allí donde mas se repite el segundo esquema.

Mientras prime el afán de lucro a la ética seguiremos consumiendo alimentos que nos envenenan y matan lentamente e inflingiendo deleznables tratos a seres que ningún daño nos han hecho. Excepto que CADA UNO DE NOSOTROS comience a reflexionar sobre su alimentación y obre en consecuencia.

www.themeatrix.com/intl/spain