En la Exposición Rural de Palermo se realizó la IV Jornada de Actualización en Genética Bovina, en la que los expertos del sector analizaron las perspectivas del negocio genético argentino. El país, según dijeron, puede duplicar rápidamente sus exportaciones en el rubro.
"La exportación de genética local es hoy un negocio de 15 o 20 millones de dólares anuales, pero se puede duplicar fácilmente este número y ampliar nuestros mercados. Tenemos un biotipo que le gusta a toda América latina", explicó Gonzalo Vidal, coordinador del Foro Argentino de Genética Bovina, que reúne a criadores y entidades de la producción y del negocio genético para promover el crecimiento del negocio, especialmente en ventas al exterior.
El negocio genético se basa en tres pilares: venta de semen, embriones y animales en pie. Hasta el momento, el país es importador neto de genética, ya que exporta 500.000 dosis de semen por año e importa 2,7 millones de dosis. Este desbalance se produce por la demanda de genética de vacas lecheras traídas del exterior. "En todo el mundo es usual importar semen de toros para rodeos de leche porque hay dos o tres países que están muy especializados en su producción. Con los bovinos de carne nos pasa lo contrario, ya que somos exportadores netos y estamos creciendo como proveedores del mundo, una tendencia que el trabajo del foro está apoyando", explicó Vidal.
De hecho, según datos de la Cámara Argentina de la Reproducción e Inseminación Artificial (Cabia), el sector prácticamente multiplicó por 10 las exportaciones de semen en diez años: pasó de 59.000 dosis vendidas en 2001 a más de 500.000 en 2010. En el rubro embriones, se pasó de exportar 550 embriones congelados en 2002 a 4476 en 2010.
Según Juan Bullo, director de la Asociación de Criadores de Hereford, la genética argentina es imbatible y siempre tendrá sus seguidores, pero necesita una estrategia de marketing más agresiva. "A veces parece que, por tener buenos animales, no necesitáramos salir a vender. No es así. Tenemos que salir a promover nuestros animales y esforzarnos por abrir nuevos mercados", dijo Bullo. "Es verdad que nuestra genética es conocida a nivel mundial, pero es un gran esfuerzo abrir mercados, y a eso nos dedicamos acá", explicó por su lado Horacio La Valle, presidente del foro y un conocido "fabricante" de grandes campeones Hereford en Palermo. "El alto precio de la carne hizo que muchos países se interesaran en empezar a producir, y eso nos da una oportunidad como productores de genética carnicera. Pero para eso primero hay que generar oportunidades comerciales, protocolos sanitarios y vencer barreras sanitarias", explicó La Valle.
En un contexto de creciente interés en el mundo por la producción de carne, Palermo opera como un supermercado genético, ya que todos los años cientos de paraguayos, colombianos, brasileños y bolivianos pasean por la muestra y terminan adquiriendo embriones o semen. "Históricamente, Palermo no se pensó para vender, pero muchas veces acá se generan negocios o los interesados detectan un buen campeón y se contactan con el centro genético o productor que lo compró para adquirir semen", explicó Mariano Etcheverry, director ejecutivo de Cabia.
Para Etcheverry, la imagen de la carne argentina a nivel mundial es la mejor vía para aumentar las ventas externas en genética. "Nuestra carne es conocida en todos lados. Entonces, necesitamos asociar ese concepto al de nuestra genética y vender eso", explicó Etcheverry.
"La exportación de genética local es hoy un negocio de 15 o 20 millones de dólares anuales, pero se puede duplicar fácilmente este número y ampliar nuestros mercados. Tenemos un biotipo que le gusta a toda América latina", explicó Gonzalo Vidal, coordinador del Foro Argentino de Genética Bovina, que reúne a criadores y entidades de la producción y del negocio genético para promover el crecimiento del negocio, especialmente en ventas al exterior.
El negocio genético se basa en tres pilares: venta de semen, embriones y animales en pie. Hasta el momento, el país es importador neto de genética, ya que exporta 500.000 dosis de semen por año e importa 2,7 millones de dosis. Este desbalance se produce por la demanda de genética de vacas lecheras traídas del exterior. "En todo el mundo es usual importar semen de toros para rodeos de leche porque hay dos o tres países que están muy especializados en su producción. Con los bovinos de carne nos pasa lo contrario, ya que somos exportadores netos y estamos creciendo como proveedores del mundo, una tendencia que el trabajo del foro está apoyando", explicó Vidal.
De hecho, según datos de la Cámara Argentina de la Reproducción e Inseminación Artificial (Cabia), el sector prácticamente multiplicó por 10 las exportaciones de semen en diez años: pasó de 59.000 dosis vendidas en 2001 a más de 500.000 en 2010. En el rubro embriones, se pasó de exportar 550 embriones congelados en 2002 a 4476 en 2010.
Según Juan Bullo, director de la Asociación de Criadores de Hereford, la genética argentina es imbatible y siempre tendrá sus seguidores, pero necesita una estrategia de marketing más agresiva. "A veces parece que, por tener buenos animales, no necesitáramos salir a vender. No es así. Tenemos que salir a promover nuestros animales y esforzarnos por abrir nuevos mercados", dijo Bullo. "Es verdad que nuestra genética es conocida a nivel mundial, pero es un gran esfuerzo abrir mercados, y a eso nos dedicamos acá", explicó por su lado Horacio La Valle, presidente del foro y un conocido "fabricante" de grandes campeones Hereford en Palermo. "El alto precio de la carne hizo que muchos países se interesaran en empezar a producir, y eso nos da una oportunidad como productores de genética carnicera. Pero para eso primero hay que generar oportunidades comerciales, protocolos sanitarios y vencer barreras sanitarias", explicó La Valle.
En un contexto de creciente interés en el mundo por la producción de carne, Palermo opera como un supermercado genético, ya que todos los años cientos de paraguayos, colombianos, brasileños y bolivianos pasean por la muestra y terminan adquiriendo embriones o semen. "Históricamente, Palermo no se pensó para vender, pero muchas veces acá se generan negocios o los interesados detectan un buen campeón y se contactan con el centro genético o productor que lo compró para adquirir semen", explicó Mariano Etcheverry, director ejecutivo de Cabia.
Para Etcheverry, la imagen de la carne argentina a nivel mundial es la mejor vía para aumentar las ventas externas en genética. "Nuestra carne es conocida en todos lados. Entonces, necesitamos asociar ese concepto al de nuestra genética y vender eso", explicó Etcheverry.
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