lunes, 12 de diciembre de 2011

PERO NADA CAMBIA (09-12-11)‏

CAEN
LOS SUBSIDIOS,

SUBE LA INFLACIÓN
por Jorge R. Enríquez (*)

Ya queda claro para todos que los subsidios no les serán eliminados solamente a los ricos que viven en Puerto Madero.
Esa fue, una vez más, una maniobra publicitaria del kirchnerismo para presentar una decisión socialmente antipática.
Lo que siguen sin explicar es por qué subsidiaron más de 8 años a los ricos. No necesitamos que nos aleccionen ahora sobre las inequidades de los subsidios tal cual estaban dispuestos. Desde esta modesta tribuna, lo venimos denunciando hace muchísimo tiempo. Que el gas para calentar una pileta de una lujosa casa en San Isidro se pagara mucho más barato que el de una garrafa en algún pueblito humilde del interior era algo absurdo. Curioso progresismo al revés, una suerte de "Hood Robin", mediante el cual los que menos tienen subsidian a los que tienen más.
Entonces, no necesitamos esa propaganda lacrimógena de la bien remunerada farándula K para saber lo que conocemos mucho antes que ellos y que  además lo veníamos diciendo, mientras que aquellos se lo callaban.
El impacto en las familias será muy grande. Porque a la quita de los subsidios le seguirá fatalmente el incremento de la tarifa. En algunos meses, se pagará por la luz o el gas varias veces lo que abonamos hoy. Para la fracción de mayores niveles de recursos, ese incremento casi no se notará; para millones de argentinos de ingresos medios y medios bajos, sí, y con mucha fuerza.
Esos sectores son los mismos  que, entusiasmados por el festival del consumismo alentado por el crédito fácil, engrosaron el robusto 54 %, blindaje que habilita la toma de estas decisiones económicas. Toda una paradoja.
Atacados en la víscera tristemente más sensible denostarán al “modelo”, que con tanto fervor abrazaron. Cuando el verano vaya transcurriendo al compás de los aumentos de la canasta navideña, del transporte, de os combustibles, de las cuotas de los colegios, los flacos bolsillos harán tabla rasa con el “relato”.
La ecuación es sencilla La quita de los subsidios, hecha sin ningún tipo de gradualismo, impactará, además, en la inflación, una de las más altas del mundo, que pasará de un 25% a alrededor de un 30% anual.
Las consecuencias son lógicas e inevitables. Disminuirá el poder adquisitivo de la población, habida cuenta que el fin de los subsidios le restará al consumo más de $ 30.000 millones, lo cual, desde luego, repercutirá en el nivel de la actividad económica.
Dos factores coadyuvarán, entonces, para que el crecimiento experimente una fuerte y brusca desaceleración: por un lado, el sinceramiento de las variables locales y por el otro, la crisis internacional, cuyos embates no se frenan por blindaje alguno.
El populismo siempre hace llegar la cuenta, tarde o temprano. Esta cuenta demoró más de lo esperable, soja mediante, pero también llegó.

EL NUEVO GABINETE.

Como siempre ocurre, la asunción de un nuevo gobierno genera expectativas en torno a la conformación del gabinete.
El secretismo que rige el modo de gobernar de Cristina Kirchner pudo hacer alentar tales expectativas, ya que a muy pocos días de su asunción no había anunciado nada al respecto, lo que era en sí mismo una novedad, por lo menos en las últimas décadas.
Pero…no hubo grandes cambios. Y todos obligados, Alguno, como el del Jefe de Gabinete, que fue electo senador, en verdad, no lo era tanto, ya que si la señora de Kirchner lo hubiera querido mantener en sus funciones Aníbal Fernández podría haber tomado licencia como legislador. Su lugar, en cambio, será ocupado por Juan Manuel Abal Medina.
Los otros dos reemplazos si revestían el carácter de forzosos. 

Uno el del ministro de Economía, ya que Amado Boudou será el vicepresidente. Su lugar lo ocupara Hernán Lorenzino, actual Secretario de Finanzas. Por su lado, la cartera de Agricultura que deja el flamante presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, estará a cargo del actual secretario de Pesca, Norberto Yauhar, que seguramente aplicará sus conocimientos ictiológicos para mejorar la productividad de nuestros campos. La idoneidad para el cargo, como prescribe la Constitución Nacional, ha sufrido un nuevo desaire.
Los Kirchner no se han caracterizado por introducir muchos cambios en el gabinete, pero de todas formas estas mutaciones no tiene mayor importancia porque, en rigor, antes Néstor Kirchner y, ahora, su mujer Cristina Fernández, han gobernado sin gabinete.
Por supuesto, hay ministros, pero estos carecen de la autoridad necesaria para ser entendidos como tales. Son, más bien, asesores de la presidenta.
No hay, por ejemplo, reuniones de gabinete. Hay ministros que el público desconoce, porque jamás aparecen. Otros, no ejercen el máximo poder de su cartera, o no abarcan toda la competencia que la ley de ministerios les asigna. El caso arquetípico es el del ministro de Economía. ¿Quién lo es en verdad hoy, Boudou o Moreno?
En tiempos más felices para la República, Marcelo T. de Alvear se jactaba de ser el secretario de ocho presidentes: tal era la importancia que les concedía a sus ministros, todos hombres de gran valía, capaces de sostener sus opiniones ante el presidente sin ningún temor ni reserva.
El personalismo exacerbado de los Kirchner jamás admitiría ese esquema. Sólo cuenta el jefe, ungido por la voluntad popular. 

Si el Congreso importa poco, 
¿qué podría esperarse de funcionarios que están a tiro de decreto del presidente?
También en este aspecto, nuestra democracia es anémica.
 (*) El autor es abogado y periodista Viernes 9 de diciembre de 2011

Dr. Jorge R. Enríquez.

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